SICOP
Hablar del SICOP en Costa Rica es hablar de uno de los mayores avances en materia de contratación pública. Una herramienta que llegó con la promesa de transparentar procesos, ordenar procedimientos y abrir la cancha para que más actores pudieran participar en condiciones de igualdad. Y sí, en muchos sentidos lo ha logrado. Hoy es impensable un concurso público que no pase por esta plataforma. Pero, como suele ocurrir con los sistemas que gestionan lo público, entre la intención y la ejecución hay una brecha que se sigue sintiendo con fuerza.
Quienes trabajamos día a día dentro del mundo de las contrataciones sabemos que el SICOP, aunque necesario, no siempre es amigable. A veces más que un facilitador, se convierte en un filtro. Para muchas pequeñas y medianas empresas, especialmente aquellas sin experiencia técnica o sin un equipo que les acompañe, el sistema se vuelve un muro. No por falta de capacidad para ofrecer buenos servicios o productos, sino por no saber cómo navegar entre formularios, claves criptográficas, pantallas poco intuitivas y requisitos que cambian según la institución.
Y es que una de las grandes contradicciones del SICOP es que, aunque busca estandarizar, no logra unificar criterios. Cada institución interpreta y exige a su manera. Lo que un cartel permite, otro lo restringe. Lo que una audiencia aclara, otra lo omite. Y en medio de todo esto, el oferente queda tratando de no cometer errores que puedan costarle la exclusión, muchas veces por formalismos más que por sustancia.
También están los tiempos. El sistema notifica fuera de horario laboral, los plazos son inflexibles y cualquier error por mínimo que sea puede desencadenar una exclusión automática. En teoría, todo esto busca eficiencia. Pero en la práctica, puede traducirse en ansiedad, inseguridad jurídica y una competencia que no siempre es tan justa como debería serlo.
A esto se suma algo que suele pasar desapercibido: la información en ejecución. Una vez adjudicado el contrato, el seguimiento por SICOP no siempre es claro ni actualizado. Pagos que no se reflejan, adendas que se suben con retraso, cambios que no se comunican oportunamente… todo esto también afecta, sobre todo a quienes planifican financieramente su operación en función de lo contratado con el Estado.
Con esto no quiero deslegitimar la herramienta. SICOP es una plataforma valiosa, necesaria, y ha permitido avances innegables en control y trazabilidad. Pero también es justo decir que todavía nos queda camino por recorrer. Que la tecnología no es suficiente si no va acompañada de una visión más humana, de reglas claras, de formación constante para oferentes y funcionarios, y de una voluntad real de mejorar el acceso y la experiencia de quienes participan en estos procesos.
Porque al final, la contratación pública no debería sentirse como una prueba de supervivencia digital, sino como un espacio donde la competencia justa y el interés público se encuentren.